Hoy os quiero dejar un relato que he escrito este año que no forma parte de Kichay.
Este relato fue galardonado con el tercer premio del Certamen "Carta a mi madre" de Covibar, 2012.
Para quien le interese, os dejo un enlace a los certamenes de Covibar:
RECUERDOS ANCLADOS
"Querida madre,
Hace tanto que no escucho su voz que no sé si tiene ya mucho
sentido escribirle, pero necesitaba expresar lo que aún siento, no puede usted
imaginarse cuanto la echo de menos. Me voy haciendo mayor, poco a poco, casi
sin darme cuenta, y me duele que no estemos juntas, construyendo recuerdos de
la mano, como siempre debió ser.
Anoche paseaba por el pueblo y un olor llamó mi atención. No sabría
decir con exactitud de qué se trataba, una mezcla de orégano y laurel creo. Me
hizo recordar aquellos guisos que nos preparaba usted. A mí me encantaba observarla
en silencio todas las tardes, a la vuelta de la escuela, desde una esquina de
la cocina. Me reconfortaba verla moverse, madre, con sus manos curtidas,
cocinando para nosotras. El tiempo nos lo robó todo después.
Siempre fui muy cabezona, bien lo sabe usted, y aunque tal vez
debiera haberme dado ya por vencida, no pienso hacerlo. El dolor se torna más
intenso así, quizá debiera olvidarlo todo y respirar tranquila, pero no puedo,
madre, no puedo.
Una hija y su madre no deberían pasar tanto tiempo sin verse, no
está bien.
En el altar, el día de mi boda, sentí sus brazos rodeándome, la
calidez de su cuerpo junto al mío, como cuando era una niña. Sus manos
acariciaron mis mejillas secando la humedad y no pude explicarme por qué no
estaba usted allí. Me pregunté, madre, por qué no estaba, qué era aquello más
importante que acompañar a su hija el día de su boda, ¿tan valiosos eran los
ideales?
La culpabilicé muchos años por todo lo sucedido. Sé que es
injusto, madre, pero fue así. Necesité mucho tiempo para empezar a comprender
que usted no pudo hacer nada por evitarlo, yo era una niña y demandaba una
madre junto a mí, y la odié por no darme lo que las otras tenían.
Hoy me avergüenzo de haber pensado todo aquello. Ahora todo se
ve más claro, los años han ido poniendo todo en orden y la serenidad de que
usted no tuvo ninguna culpa hace tiempo que me acompaña.
Fue el horror el culpable de todo, madre, ni siquiera ellos. No
podría condenarles, no les guardo rencor. Fue el horror, no se puede culpar a
ningún otro.
Es la única palabra que acude a mi mente al recordar el día que
se la llevaron. Cuando vi a padre llorando, supe que algo grave había pasado,
él no lloraba por cualquier cosa. Me mostró la vida sus garras por primera vez
y yo, inocente, no pude sospechar que jamás volvería a verla. Padre intentaba
consolarnos pero sus ojos no fueron capaces de mentirnos. Jamás podré olvidar su
mirada, aquel día nos hicimos mayores de golpe.
Madre, sabe dios que he hecho todo lo posible por encontrarla,
incluso a punto he estado de lanzarme al monte con una pala yo misma.
El horror, madre, él nos separó, las guerras entre hermanos.
Media vida refugié mi pena en el odio, y ahora me toca vivir con
mi propia vergüenza. ¿Cómo pude culparla, madre?, ¿con qué derecho? No sé cómo
pude vivir con tales sentimientos. Ahora intento limpiarme, limpiar su nombre,
compensarla por tantos años en el olvido. La encontraré, madre, necesito
encontrarla.
No me daré por vencida, aunque ya nadie crea en nosotras, aunque
nos nieguen la verdad, aunque mis nietos piensen que estoy loca, no dejaré de
buscarla. Sabe que he hecho lo imposible por encontrarla, no soporto la idea de
saberla perdida, dios sabe dónde. Aún mantengo la esperanza, a pesar de todo.
Hoy necesitaba escribirle, madre, decirle que no me he olvidado
de usted, que seguiré buscándola mientras las fuerzas me dejen. Su ausencia ha
marcado cada uno de mis días. El tiempo
no siempre cura las heridas.
Seguramente sea poco ya lo que me queda por aquí, pero antes de
irme, espero algún día poder ver su cuerpo reposando junto a padre, descansando
por fin tras tantos años. Mientras tanto, solo puedo cerrar los ojos y
soñar, dejarme llevar por ese aroma
mezcla de orégano y laurel que pretende, traicionero, hacerme creer que el
horror jamás vino a visitarnos."
Conmovedora carta, muy bien escrita, se puede sentir la pena de la pobre hija.
ResponderEliminarUn saludo.
Gracias Jon. Me alegro que te haya gustado.
ResponderEliminarUn abrazo
Has desnudado los sentimientos de una hija que a través de décadas vivió equivocada, nos muestras el drama, el dolor y la eterna lucha de quienes tienen ideales.
ResponderEliminarMe gusto. Felicitaciones.
Un abrazo.
Me alegro que te gustase el relato, El moli. Muchas gracias por tu comentario. Con este relato quise reflejar lo que muchas veces no nos muestran las noticias, las contradicciones y el dolor de un drama que puede durar años e incluso nunca cerrarse por desgracia.
ResponderEliminarUn abrazo