_ No sé qué hacer, tía, claro que
me gusta pero es complicado, se van a reír todos de mí en el insti –. Bella se
atusa el pelo con una mano y con la otra saca un cigarro del bolsillo. Está
sentada en el respaldo de un banco. Corre un viento ligero que mueve las ramas
de los robles. Vuelve a colocarse su larga melena -. Nunca me había fijado en
él hasta el año pasado. Me ayudó mucho con las clases de mates, ya lo sabes,
pero nunca pensé que pudiera enamorarme de él. Voy a verle muchos días, en
secreto, claro. Me encanta escuchar sus historias, la calidez de su voz. Pero
siempre le veo en su casa, nunca en la calle. El otro día me invitó al cine y
le dije que no podía, aunque en el fondo me muero de ganas de salir con él. Lo
que pasa es que me da miedo que alguien nos vea.
_No sé por qué tienes tanto miedo
– Tetera ha estado escuchando a Bella en silencio todo el rato hasta que, al fin,
se ha decidido a intervenir.
_¿Qué por qué tengo tanto miedo?
– Bella se indigna ante la observación de Tetera-. Soy la jefa de las
animadoras, la primera de la clase, la rubia por la que suspiran todos en el
barrio. ¿Sabes lo que dirían si me vieran con él?
_¿Y por qué te importa tanto lo
que digan? – le replica de nuevo Tetera -. Bestia es un tipo majísimo, qué más
da lo que opinen los demás.
_ Ya lo sé, tienes razón –
responde Bella ahora con más humildad -, pero no puedo evitar pensar en lo que
dirían mis amigas si comenzase a salir con el chico más gordo y feo del barrio.
Tiene la cara llena de granos, el pobre.
_Pero, ¿a ti eso te importa?
Bella mira en silencio a Tetera.
Enciende el cigarro que aún sostiene apagado en su mano y aspira una larga
calada.
_A mí no me importa – responde
finalmente con aparente decisión -, la belleza está en el interior y Bestia
tiene un interior hermoso. Es generoso, divertido, inteligente. Nunca nadie me
ha tratado tan bien como él.
_ Bien – Tetera le mira
complacida.
_Pero la cosa es que mis amigas
no piensan así. Un día les dije que había hablado con él, simplemente, por
decírselo, y tenías que ver cómo se pusieron.
_ ¡Pero se trata de ti y de tus
sentimientos, maldita sea! – Tetera pierde repentinamente los nervios -. ¡Qué más da lo que
piensen ellas!, ¡despierta!
_ Si en el fondo estoy deseando
besarle – le responde Bella entre sollozos.
_¿Y por qué no lo haces?
Bella se levanta de un salto y lanza
el cigarro a la hierba.
_Tienes razón, tienes razón. Voy
a hacerlo.
Mientras camina hacia la casa de
Bestia, Bella va pensando en lo felices que van a ser juntos. Se imagina la
alegría de él cuando ella le declare sus sentimientos y ambos se fundan en un
beso como el de las películas de Disney.
Aporrea la puerta de su casa pero
huye corriendo al instante. ¿Cómo le va a declarar su amor? Va a ser el
hazmerreir del instituto. No, no debe darle importancia a lo que piensen los
demás, es verdad. Tetera tiene razón.
El pobre Bestia, siempre marginado, será
dichoso por fin junto a ella.
Regresa y vuelve a llamar a la
puerta. Los escasos segundos que él
tarda en abrir, se le hacen eternos. Cuando por fin lo hace, Bella le planta un
sonoro beso en la boca. Después coge su mano y le mira fijamente a los ojos.
_ Siento no haberme decidido
antes, pero ya es hora. Me gustas, Bestia. Me gustas mucho. Vamos a ser muy felices, ya lo veras.
Él la mira con ternura y se
separa ligeramente. Suelta su mano con delicadeza.
_Verás, Bella – su voz suena
insegura -, a mí también me gustas…pero de otra manera. Creo que estamos bien
como amigos.
Quince minutos más tarde, Bella
camina malhumorada hacia casa cuando descubre a Tetera que aún está sentada en
el mismo banco del parque. Tetera también la ve.
_¡Cuéntame! ¿Cómo ha ido todo? –
le grita entusiasmada -, ¿qué te ha dicho Bestia?
_¿Bestia? Pff, ¿a quién le
importa la opinión del chico más gordo y feo del barrio?, ¿has visto cómo tiene
la cara de granos?