jueves, 8 de agosto de 2013

La temporada

Se pellizca las mejillas frente al espejo. Espera unos segundos. Como ve que no surge el efecto esperado, lo hace ahora con más fuerza. Sonríe al ver el tono violeta que están empezando a mostrar. Cierra el puño y se golpea fuertemente la cara. Aúlla de dolor. Pero continúa haciéndolo. Una y otra vez. Con cuidado de no deformarse los ojos ni dañarse los dientes. Las huellas de sus golpes no tardan en aparecer en forma de moratones. Cubren casi toda su cara. Continúa con los brazos. Entre pellizcos y golpes contra los muebles, terminan por presentar un aspecto muy parecido al de su rostro. No hace falta más. El resto del cuerpo irá tapado por la ropa. Se viste y se mira en el espejo por última vez. Sonríe.
Pero en el ascensor se cruza con la vecina del tercero. Ella sí que tiene un color de piel envidiable. Es perfecto. Por mucho que se golpee, jamás conseguirá el suyo.
Sale a la calle con una sensación rara. Le duele todo el cuerpo. Pero eso es lo de menos. Solo espera que la temporada próxima no se lleven los tonos violáceos. 

3 comentarios:

  1. Gracias Lisey por tu comentario. Me alegro que te gustase.
    Un abrazo

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  2. Muy bueno Alejandro! Por mucho que uno se golpee a sí mismo es imposible hacerlo con tanta violencia como parece que alguien hace con la vecina del tercero!

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