domingo, 13 de octubre de 2013

Relatos en Cadena

Este año voy a intentar participar todas las semanas en el concurso de la SER en colaboración con Escuela de Escritores: Relatos en Cadena.
Se trata de escribir un microrrelato de menos de 100 palabras que empiece por la última frase del relato ganador de la semana anterior. Solamente hay tres días para pensarlo y escribirlo ya que el ganador se conocer el miércoles por la tarde y hay de plazo para entregarlo hasta el sábado. Quizá hay quien piense que tres días son mucho tiempo para escribir 100 palabras, pero qué va, se quedan cortos.
La verdad es que no participo con el objetivo de ganar (aunque si me seleccionasen, me llevaría una buena alegría claro jeje), sino más bien con el objetivo de mantenerme en forma. Obligarme a escribir al menos una historia diferente todas las semanas creo que es un buen hábito para no dejarme llevar por la pereza.
En esta primera ocasión en que he participado, el microrrelato debía comenzar por la frase "Erase una vez".
Os dejo con los dos micros que escribí y mandé:

RUTINAS
Erase una vez un hombre que un día se convirtió en televisor. Así sin más. Una noche estaba tumbado en el sofá viendo fútbol, cuando de repente se transformó en un amasijo de pixeles y circuitos
En el mismo instante en que él sufría su metamorfosis en el salón, su esposa se convertía en la cocina en una vajilla al completo que caía contra el suelo haciéndose añicos. 
Y así quedaron. Separados por un tabique. Él atrapado en un partido de fútbol eterno y ella convertida para siempre en un montón de platos rotos. Ni uno ni otra advirtieron el cambio.

OTROS TIEMPOS
Erase una vez terminó su hatillo y se dispuso a coger el tren. Colorín Colorado le rogó una vez más que no se marchara. Sin él, no era nadie. Pero Erase una vez no le hizo caso, harto de que ya nadie le escuchara. Atrás quedaban los tiempos en los que sorprendía a todos con sus historias. Cuando puso el pie en el vagón, descubrió que Castigado sin cuento y ya es hora de dormir le observaban a lo lejos con una amplia sonrisa en los labios. Y entonces lo comprendió. Dejó escapar el tren. Allí aún le necesitaban.

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